El largo camino para conseguir el pensamiento lateral humano dentro del pensamiento eminentemente lógico artificial, aun después de décadas de sutiles intentos, no se ha conseguido, ni copiando la fisiología y neurología de la mente humana, ni lograr sintetizar la nube estadística de los valores posibles e imposibles en la creación de estructuras creativas artificiales.
Unas dos décadas antes se comenzó a hablar del pensamiento lateral y no solo vertical o en línea en que hasta entonces se percibía el trabajo cerebral. Es así que debemos referirnos a un gran investigador:
Eduardo De Bono, en 1970 acuñó el término «Pensamiento Lateral» para diferenciarlo del pensamiento lógico que él llamó vertical. De Bono encuentra en el pensamiento lógico (fundamentalmente hipotético deductivo) una gran limitación de posibilidades cuando se trata de buscar soluciones a problemas nuevos que necesitan ideas no pensadas antes.
El pensamiento lateral actúa liberando la mente del efecto polarizador de las viejas ideas y estimulando las nuevas y lo hace a través de la perspicacia, la creatividad y el ingenio, procesos mentales con los que está íntimamente unido. En lugar de esperar que estas tres características se manifiesten de manera espontánea, De Bono propone el uso del pensamiento lateral de manera conciente y deliberada, como una técnica.
De Bono clasifica los problemas en tres categorías:
Problemas que requieren para su solución más información de la que se posee, sabiendo que tal información puede conseguirse por algún medio.
Problemas que no requieren más información. Son los problemas que necesitan una reordenación o reestructuración de la información disponible.
Problemas en los que lo característico es el no reconocimiento de la existencia del problema. En estos casos lo importante es darse cuenta de que tenemos un problema, reconocer que podemos solucionarlo y definir esta posibilidad como problema concreto.