La idea generalizada es que los cuentos de hadas pasaron de generación en generación por transmisión oral hasta que entre los siglos XIX y XX, se trasladaron al papel y se transformaron en literatura. Sin embargo, Ruth B.Bottigheimer, profesora de la Universidad Stony Brook de Nueva York defiende en ‘Fairy Tales: A New History’ (Cuentos de Hadas: Una nueva historia) una teoría diferente.
Según los estudios realizados por esta profesora, esa idea clásica sobre los cuentos de hadas es falsa. «El análisis literario lo mina, la historia de la literatura lo rechaza, la historia social lo repudia y la historia editorial lo contradice», sentencia Bottigheimer, que sitúa en la Venecia del siglo XVI el nacimiento de un tipo de cuento de hadas muy específico: el cuento de ‘ascenso’, según lo denomina.
El ejemplo más claro de este tipo de narración es el de Cenicienta, en el que, gracias a la magia, una muchacha pobre consigue la riqueza y el matrimonio con un príncipe. Bottigheimer desmitifica la historia y la enmarca en la situación económica y social de Venecia en el siglo XVI: sumergida en una grave recesión económica y con unas leyes que prohibían el matrimonio entre nobles y plebeyos.
La profesora, según informaciones del diario británico ‘The Guardian’ recogidas por Europa Press, argumenta que los elementos clásicos de un cuento de hadas -los objetos mágicos y el enriquecimiento repentino de un personaje- no eran nuevos en el siglo XVI. «Lo que fue diferente fueron esos cuentos de hadas ‘de ascenso’ construidos en ese tipo de esperanzas generalizadas de una mejora en sus vidas», argumenta.
En su libro, Bottigheimer señala que ese tipo de género fue inventado por Straparola, autor de una colección denominada ‘Le piacevoli notti’ (Las noches apacibles) en torno al año 1550, en la que se encuentra la primera versión conocida de ‘El gato con botas’. De Straparola, cuya colección se vendió bien en Italia -asegura- estos cuentos habrían dado el salto a países como Francia o Alemania.
Los restos de un «vampiro» han sido encontrados en una tumba en una laguna de Venecia, según afirman expertos en antropología forense.
Matteo Borrini de la Universidad de Florencia afirmó que él y su equipo descubrieron el esqueleto de una mujer de la Edad Media cuya calavera había sido empalada a través de la boca con un ladrillo, un método tradicional de asegurarse de que los vampiros no podrían volver a alimentarse de sangre.
El término “vampiro”, procedente de lenguas eslavas, empezó a usarse en Europa allá por el siglo XVIII, aunque el mito de los demonio humanoides chupadores de sangre existiese en tiempos medievales.
Hace referencia a seres voladores, chupadores o bebedores de sangre. También se refiere a ciertos animales, como el lobo o el murciélago.
Una de las formas, quizá la más conocida, de acabar con ellos, según la tradición, era clavarle una estaca en el corazón. En esta ocasión optaron por asegurarse que no volviese a morder, si es que alguna vez lo hizo, a nadie más.
Los hombres reptiles o «reptiloides» son una supuesta raza anterior a la humana, quienes vivieron desde los comienzos de los tiempos e incluso siguen existiendo en nuestros días, escondidos en cuevas subterráneas esperando el momento oportuno para volver al exterior y reclamar el lugar que les corresponde. Algunos de los argumentos de quienes creen en ésta especie de seres es que son extraterrestres que vinieron desde las Pléyades de la constelación Tauro a la Tierra, en tiempos remotos y que durante mucho tiempo convivieron con nuestros antepasados. En algún momento y, por razones que difieren entre uno y otro correlato, se vieron obligados a permanecer en las profundidades del planeta, y han ido evolucionando paralelamente a la raza humana, esperando el momento oportuno para volver a la superficie.
Dependiendo del contexto, también se los denomina: Reptoides, Dinosauroides o Seres Lagartija y son numerosos los testimonios y bibliografía que existe en torno a ellos.
Reptiloides en las civilizaciones antiguas.
En un gran número de las civilizaciones antiguas, existieron manifestaciones de Fe hacia figuras con las características de los hombres lagarto. El Quetzalcóatl de la civilización Azteca o el Kukulcan, para los Mayas, que en ambos casos significa «Serpiente Emplumada» o serpiente de bellas plumas, nos da un primer indicio de los reptiles como íconos a los que se les rendía homenaje. También en la cultura egipcia, nos encontramos con un Dios reptil o mejor conocido como el Dios Cocodrilo; Sobek. A quien se le atribuye la gracia de la fertilidad, la vegetación y nada menos que la vida humana.
En el medio oriente, existen algunos seres reptilianos que van desde algunos djinn o «demonios» a dragones, pasando por hombres reptiles. Esta tradición data desde inmemorables años. En uno de los libros apócrifos supuestamente el perdido de Jasher o yashar, se describe una raza humana de la serpiente.
Hombres reptiles en la cultura popular Zulú.
En la actualidad, existe en Africa la creencia popular de que hace miles de años atrás, llegó de más allá del cielo, una raza de gente cuya fisonomía era similar a la de los hombres lagarto. La población Zulú, de Sudáfrica, ha transmitido ésta cultura a través de sus generaciones y aún en la actualidad, podemos escuchar la historia, de como éstos reptiloides, que podían cambiar de forma a voluntad, tomaba en ocasiones la apariencia humana. Y en algunos casos, los jefes de las tribus casaban a sus hijas con extraterrestres, con el objetivo de procurar una raza con poder de Reyes y Jefes de tribu. [Leer más sobre ésta creencia en : Entrevista al Chamán Credo Mutwa]
Testimonios sobre apariciones de Seres Reptiles.
No hace mucho tiempo atrás, publicamos en éste mismo blog, un artículo sobre la legendaria aparición de la Rana de Loveland en la localidad en Ohio, Estados Unidos en el año 1955. Numerosos casos trascendieron desde aquel avistamiento del Hombre Rana, sin embargo, el más celebre sucesor de la rana de Loveland en años recientes fue la locura del Hombre Lagarto que se propagó en Bishopville, South Carolina, en 1988. Un hombre reporto que una bestia reptil de siete pies de ojos rojizos y apéndices de tres dedos persiguió su auto a través de una carretera rural a 40 millas por hora. Un gran número de otros avistamientos le siguieron, y los oficiales de policia descubrieron huellas de tres tobillos. Pero como todo gran enigma, aun no se ha podido dar respuesta fáctica a los sucesos acontecidos.