En 1780, el profesor de anatomía italiano Luigi Galvani, descubrió que una descarga eléctrica podía provocar que se produjeran movimientos en las partes del cuerpo de una rana muerta. Hizo una y otra vez la misma demostración con las ranas, hasta que se cansó y comenzó a experimentar con seres humanos.
El sobrino de Galvani, Giovanni Galvani, viajó por toda Europa haciendo demostraciones. La mas célebre demostración tuvo lugar el 17 de enero de 1803, cuando le aplicó ambos polos de una batería de 120 voltios, al cuerpo ejecutado del asesino George Forster.
Cuando Aldini, introdujo en la boca y oídos los alambres electrificados, el cadáver se sacudió, como expresando dolor. Decían incluso que abrió su ojo izquierdo para observar a su verdugo. Para la gran final del experimento, Aldini apoyó los alambres en su oreja y en el recto. El cuerpo de Forster se inició en una danza repugnante. El público creía que los cadáveres eran resucitados. Finalmente se supo que nunca tuvo éxito real la prueba.