Muchas parejas tardan en ver cumplido su deseo de ser padres. Las causas de la infertilidad pueden ser múltiples: desde una infección a ciertos hábitos de vida perjudiciales, pero muchas tienen solución.
El estilo de vida, un factor importante
El deseo no satisfecho de tener un hijo es un problema que afecta a los dos miembros de la pareja. Pero no siempre hay detrás una enfermedad. El estilo de vida tiene una gran influencia sobre la fertilidad, sobre todo el estrés, el consumo excesivo de alcohol y de café y el tabaco. Los aspectos psíquicos también pueden afectar negativamente. Además, puden influir un peso muy bajo o un gran sobrepeso, así como tomar determinados medicamentos. Por eso, quien planifica un embarazo debe revisar sus hábitos de vida.
Investigar las causas
Antes de iniciar un tratamiento de reproducción asistida, hay que investigar las causas por las que no es posible concebir un hijo. El ginecólogo estudia el ciclo menstrual de la mujer: mediante una ecografía observa el folículo ovárico en desarrollo. Además, solicita un análisis de sangre para comprobar la presencia de determinadas hormonas, sobre todo la hormona LH u hormona luteinizante, que estimula las células ováricas y desencadena la ovulación. Si el ciclo es irregular, el médico aconsejará un análisis de orina para determinar de un modo más exacto los días fértiles.
El hombre también debe someterse a un examen médico. El andrólogo (por lo general, un urólogo) elabora un seminograma o espermiograma. Consiste en un análisis del semen en el que se valora, sobre todo, la cantidad, la movilidad y la forma de los espermatozoides. Se considera un valor aceptable una cifra de al menos 20 millones de esperamotozoides por mililitro de esperma, de los cuales la mitad deben tener buena movilidad.
Si el análisis del semen no es positivo, se volverá a realizar al cabo de un tiempo. El seminograma refleja las características del esperma en un momento concreto. Algunas circunstancias, como una infección grave, pueden mermar de forma pasajera la capacidad de reproducción. De ahí que deba repetirse.
Una infección puede mermar de forma pasajera la capacidad de reproducción
Si el ciclo femenino y el espermiograma son normales, surge la siguiente pregunta: ¿cómo están las trompas de Falopio? Esto se puede saber mediante una laparoscopia abdominal. El médico observa las trompas uterinas con un tubo óptico que introduce a través de la pared abdominal. Un ayudante inyecta un líquido coloreado en las trompas. Si éste fluye sin obstáculos, todo está bien: las trompas son «transitables» (permiten el paso desde el ovario al útero). Con una ecografía se pueden detectar miomas, quistes o malformaciones. En algunas ocasiones, el médico también puede examinar el útero con laparoscopia. Un análisis de orina o un frotis informan acerca de posibles infecciones.
Los especialistas en medicina reproductiva valoran los niveles hormonales masculinos mediante un análisis de sangre. También palpan los testículos y el escroto, y observan el tamaño y la forma de los testículos. Posiblemente examinarán también la próstata y la vejiga seminal. Con un análisis de orina se pueden descartar posibles infecciones.
Otra prueba que está indicada es el test postcoito o test de Huhner-Sims. Se realiza en torno al momento de la ovulación y hasta 12 horas después de tener relaciones sexuales. Se toma una muestra de líquido espermático de la vagina tras el coito y se analiza con un microscopio, para ver cuántos espermatozoides móviles hay. El test da información acerca de la infertilidad masculina y de posibles alteraciones vaginales. También puede confirmar la sospecha de una alergia al esperma.
Después de estos análisis, la mayoría de las veces es posible conocer el origen de la infertilidad. Aproximadamente en un 40 por ciento de los casos la causa es masculina y en otro 40 por ciento, femenina. En el 20 por ciento restante o bien están implicados ambos, hombre y mujer, o bien no es posible encontrar la causa.
Trastornos de fertilidad femeninos
- Trastorno de la maduración del óvulo (causa frecuente: insuficiencia luteínica o del cuerpo amarillo).
- Ausencia de ovulación.
- Infertilidad debida a un problema en las trompas de Falopio, por ejemplo como consecuencia de una infección por clamidias.
- Endometriosis (crecimiento de la mucosa uterina fuera del útero).
- Cierre del cuello uterino por un tapón mucoso que, debido a infecciones o a trastornos hormonales, no se deshace durante la ovulación.
- Miomas (tumores benignos) en el útero.
- Anticuerpos contra óvulos o espermatozoides.
- Trastornos hormonales (por ejemplo, una sobreproducción de la hormona prolactina o un mal funcionamiento del tiroides).
- Climaterio (premenopausia) precoz: déficit funcional de los ovarios.
- Malformaciones orgánicas congénitas de los ovarios, las trompas o el útero.
- Tendencia a sufrir la formación repetida de quistes.
Trastornos de fertilidad masculinos
- El diagnóstico más frecuente: la cantidad de espermatozoides es escasa, su movilidad reducida y su aspecto anormal.
- Cierre de los conductos espermáticos, por ejemplo, por una infección por clamidias.
- Varices en el escroto.
- Lesiones en los testículos (por ejemplo, por un accidente).
- Anticuerpos espermáticos.
- Haber sufrido paperas en la infancia.
- Un testículo alto no corregido a tiempo en la infancia.
- Haber recibido quimioterapia.
- Anomalías cromosómicas (por ejemplo, el síndrome de Klinefelter, que consiste en tener un cromosoma X de más).
- Trastornos circulatorios.
- Diabetes.
- Anomalías en los conductos espermáticos (a menudo en hombres con fibrosis quística).
- Raras veces: impotencia, trastornos de la erección y/o de la eyaculación.