Extrañas e Increibles coincidencias históricas

Existen extrañas y misteriosas coincidencias que desafían lo común y llegan incluso a parecer sobrenaturales. Nueva lista de coincidencias históricas que te sorprenderán.

Joseph Figlock

La historia de Joseph Figlock es tanto heroica como coincidente. En 1938, mientras barría las calles de Detroit, vio como un bebé de dos años, sin vigilancia de su madre, jugueteaba en la ventana, cayendo al vacío. Rápidamente Joseph se lanzó a salvar a la criatura, cogiéndolo antes de impactar contra el suelo. Dos años después, Figlock barría de nuevo un barrio de Detroit, cuando de nuevo un bebé de dos años de edad cayó por la ventana, y de nuevo terminando con el barrendero salvando la vida del accidentado bebé. Continuar leyendo «Extrañas e Increibles coincidencias históricas»

Casualidades sorprendentes : Capturados en una fotografía juntos 15 años antes de conocerce

Piensen en todos los extraños que han aparecido accidentalmente en sus fotografías de vacaciones durante los últimos años.

Ahora, imaginen que terminan casados con uno de ellos! Increiblemente, esto es lo que les sucedió a Donna y Alex Voutsinas.

Muchos años antes de casarse, tanto Alex como Donna visitaron Disney World con sus familias. La familia de Donna decidió posar con uno de los famosos personajes del parque, cuando, por casualidad, un hombre con un mechón de pelo blanco que empuja un cochecito apareció la fotografía. Resulta que el niño en el cochecito era Alex.

Una semana antes de su boda , Alex y Donna estaban viendo fotos familiares antiguas, cuando vieron al padre de Alex en la fotografía no podían creer la casualidad.
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La pareja comparte su historia en un vídeo. Sorprendentemente, terminaron juntos, incluso a pesar de vivir en diferentes países. La foto fue tomada en el año 1980.

El viaje en el tiempo de Moberley y Jourdain

La experiencia que vivieron dos inglesas durante una visita a Versalles en verano de 1901 fue discutida durante muchos años. Las señoritas Moberley y Jourdain afirmaban haber retrocedido al siglo XVIII, en plena época de María Antonieta.

Cuando las señoritas Moberley y Jourdain visitaron el palacio de Versalles el 10 de agosto de 1901, todo parecía normal, al principio. Después de visitar la Galería de los Espejos atravesaron el parque, buscando el Pequeño Trianón, la mansión aislada que había pertenecido a María Antonieta. Fue entonces cuando se encontraron en lo que parecía otra época.

En una cálida tarde de agosto de 1901, dos maestras de mediana edad, las señoritas Anne Moberley y Eleanor Jourdain, decidieron aprovechar sus vacaciones en París para visitar el palacio de Versalles, que ninguna de las dos conocía. Ambas se interesaban por la historia y poseían cierto nivel cultural, ya que la señorita Moberley era directora del Instituto St Hugh, y la señorita Jourdain, de una escuela de niñas en Watford. Ninguna de las dos tendía a ser crédula ni neurótica.

Después de recorrer el palacio se sentaron a descansar en la Galería de los Espejos. Las ventanas abiertas y el aroma de las flores las incitaron a volver a salir, esa vez en dirección al Pequeño Trianón, el palacete que Luis XV construyó en los terrenos de Versalles, y que su sucesor, Luis XVI, regaló a la reina María Antonieta. Llegaron a un lago alargado, a cuya derecha había un bosquecillo con un claro, y después a otro estanque, junto al cual se levantaba el Gran Trianón, palacio construido por Luis XIV. Lo dejaron a su izquierda y llegaron hasta un sendero cubierto de hierba.

No estaban seguras del camino y, en vez de bajar por el sendero, que llevaba directamente al Pequeño Trianón, lo cruzaron y siguieron por un sendero lateral. La señorita Moberley vio a una mujer asomada a la ventana de un edificio que había en un recodo del sendero; sacudía una tela blanca. La inglesa se sorprendió al ver que su amiga no se detenía a preguntarle el camino. Después se enteró de que la señorita Jourdain no lo hizo porque no había visto ni a la mujer ni el edificio.

A esas alturas, las dos mujeres no tenían conciencia de que sucediera algo extraño, y conversaban animadamente sobre temas que no tenían nada que ver. Doblaron a la derecha, pasaron junto a unos edificios y distinguieron el final de una escalera tallada al otro lado de un portal abierto.

No se detuvieron, sino que tomaron el sendero central de los tres que había delante de ellas; la única razón para que lo hicieran fue la presencia de dos hombres que parecían estar trabajando allí, con una especie de carretilla y una pala puntiaguda. Parecían jardineros, aunque las mujeres pensaron que vestían de forma rara; llevaban largas chaquetas gris verdoso y tricornios. Los hombres les dijeron que siguieran en línea recta y las amigas continuaron como antes, absortas en su conversación. Continuar leyendo «El viaje en el tiempo de Moberley y Jourdain»