Resuelto el misterio de la tragedia del Hindenburg

A 76 años del estallido de la nave de 245 metros de largo, llegaron a una explicación sobre las causas de la tragedia ocurrida en Hindenburg. En ingles: Misterios sin explicar

El sueño era tener una flota de aeronaves llenas de hidrógeno cruzando el orbe en todas direcciones, con los cascos plateados refulgiendo al Sol. Y por un tiempo la fantasía se volvió realidad. El Hindenburg era el Concorde de su tiempo, capaz de cruzar el Atlántico en unos tres días, dos veces más rápido que por mar.

Con casi 100 personas a bordo, la nave de 245 metros de largo se preparaba a descender en Lakehurst, Nueva Jersey, el 6 de mayo de 1937, cuando la era del vuelo en dirigible llegó a su fin. Frente a horrorizados espectadores, el Hindenburg estalló y cayó al suelo envuelto en llamas. Perecieron 35 de sus ocupantes.

Ahora, 76 años después, un equipo de expertos afirma haber resuelto uno de los mayores misterios del siglo XX: la verdadera causa de aquel desastre aéreo.

Encabezado por el ingeniero aeronáutico británico Jem Stansfield y con sede en el Instituto de Investigación del Sureste, en Estados Unidos, el equipo hizo estallar o incendió modelos a escala de más de 24 metros de largo, en un intento por descartar teorías que iban desde una bomba sembrada por un terrorista hasta las propiedades explosivas de la pintura usada para recubrir el dirigible.

Las investigaciones realizadas después del desastre concluyeron que una chispa encendió hidrógeno que escapó, pero no pudieron ponerse de acuerdo en la causa de la chispa ni la de la fuga de hidrógeno. Las teorías conspiratorias sostenían que la nave fue derribada por una bomba o por un disparo desde tierra.

Recreando diversos escenarios con réplicas en miniatura, y estudiando películas de archivo del desastre, junto con relatos de testigos, los expertos creen haber descubierto lo que ocurrió en realidad.

Mark Heald tenía ocho años de edad cuando observó al Hindenburg caer a tierra. Observaba desde la distancia y pudo ver lo que se ocultó a la vista de quienes estaban más cerca: dónde comenzó el fuego. «Años más tarde, mi padre se dio cuenta de que debió haber ofrecido su testimonio en algunas de las investigaciones iniciales, porque el lugar donde estábamos probablemente era poco común. La vista que teníamos era bastante lateral. Vimos un poco de fuego azul apenas delante del timón vertical, el superior, que colgaba de la cresta».

En un documental presentado por el Canal 4 británico, los expertos revelaron la secuencia de acontecimientos que desencadenó la explosión. La nave se había cargado de electricidad estática por efecto de una tormenta eléctrica. Un cable roto o una válvula de gas que colgaba dejaron escapar hidrógeno hacia los ductos de ventilación y, cuando la tripulación de tierra corrió a sujetar las cuerdas de aterrizaje, la nave «hizo tierra». El fuego apareció en la cola y encendió el hidrógeno.

«Creo que el mecanismo más probable que produjo la chispa fue electrostático», afirma Stansfield. «Empezó en la punta, y luego las llamas, según nuestros experimentos, probablemente avanzaron hacia el centro. Con una mezcla explosiva de gas, eso produjo la explosión al llegar a la base.»

El historiador aeronáutico Dan Grossman está de acuerdo. «Creo que eso es exactamente lo que ocurrió. Hubo una distribución masiva de hidrógeno en toda la mitad superior de la nave; vino la ignición, y toda la porción trasera de la nave se encendió casi al mismo tiempo». Por : The independent Traducción de Jorge Anaya

Engaños y Fraudes de la Historia

Un entierro marciano

Uno de los engaños más antiguos ocurrió en el pueblo de Aurora, Texas, Estados Unidos. En el cementerio principal de la localidad, supuestamente fue enterrado un marciano en 1897. De acuerdo con una noticia aparecida el 19 de abril de ese año en el diario de Dallas Morning News, una nave voladora se había estrellado contra el molino de viento de la granja del juez J.S Proctor y luego cayó en el lugar donde había un pozo. Después del choque la gente que acudió al sitio encontró los restos de la nave y el cadáver del piloto.

Posteriormente el cuerpo fue enterrado en una tumba en el cementerio local con una lápida anónima. El oficial del servicio de señales de Estados Unidos, T.J. Weems, considerado una autoridad en astronomía, aseguró que el piloto de la aeronave que sufrió el percance era un habitante del planeta Marte y no sólo eso, sino que el funeral se celebraría al día siguiente.

La localización exacta del recinto no se conoce, muy probablemente por que toda la leyenda, según afirmó la desaparecida historiadora local Etta Pegues, fue inventada por un grupo de hombres que trabajaban en un almacén. Hoy, una placa en el cementerio de este pueblo recuerda la existencia de aquella tumba perdida.

El caso de Shinichi Fujimura

Shinichi Fujimura un japonés que engaño a todos al encontrar sus «descubrimientos».

Parecía que este arqueólogo japonés tenía un don especial para encontrar hallazgos espectaculares, por que donde Fujimura cavana, allí encontraba algun resto, que además, según creían muchos adelantaba la aparición del ser humano en Japón en varios miles de años. Por su gran habilidad para encontrar las cosas sus compañeros le apodaban “la mano de dios”.

Todo iba bien… hasta que un día unos periodistas decidieron seguirlo y descubrieron su truco. Para ese tiempo Fujimura era un prestigioso arqueólogo, que había excavado en 180 yacimientos paleolíticos en la isla.

Sin embargo, el 22 de octubre de 2000 a las seis de la mañana unos reporteros del diario Mainichi Shimbun le grabaron mientras plantaba en su yacimiento los fósiles que horas después descubriría. Fujimura no tuvo otra que confesar que había falsificado, según dijo él, sólo parte de los hallazgos, pero pronto reveló su trabajo en 42 yacimientos.

Todo esto tuvo un final trágico, pues aunque exculpó a sus colaboradores, uno de ellos llamado Mitsuo Kagawa, de 78 años, se suicidó tras haber sido considerado cómplice por una revista.

Inmediatamente surgieron preguntas. ¿Cómo no se dio cuenta nadie del engaño? Fujimura llevaba dos décadas cultivando fósiles. Tras este caso, no sólo Fujimura –que ingresó en un hospital psiquiátrico– se ha desacreditado; la comunidad internacional duda ahora de toda la arqueología japonesa y sus métodos. Continuar leyendo «Engaños y Fraudes de la Historia»

Los Tasaday: La tribu que nunca existió

Durante una expedición por una Fundación, el 7 de junio de 1971 se descubrió en una región montañosa de la isla de Mindanao, en Filipinas, un pueblo que vivía literalmente, en la Edad de Piedra. Los Tasaday, aislados del mundo desde hacía 2,000 años, eran cazadores y recolectores que hablaban un dialecto desconocido y vivían en cuevas.

La Tribu Tasaday

Su poco contacto con el mundo les había impedido conocer productos como el tabaco, hecho que los antropólogos era una prueba de su incomunicación, pues esta planta se comenzó a introducir por todos los rincones del planeta desde el siglo XV, cuando los primeros viajeros se lanzaron a explorar el mundo.

Tan popular se hizo la ‘tribu’ que la revista National Geographic le dedicó una portada y un documental de una hora, realizado bajo la vigilancia de funcionarios del gobierno del entonces presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos.

Sin embargo tras la caída del dictador en 1986 se hizo una investigación más completa sobre este pueblo. En abril de ese año el antropólogo Oswald Iten, junto con el periodista filipino Joey Lozano, entraron en las famosas cuevas y las encontraron completamente vacías.

Los tasaday existían, actualmente con unos 150 miembros, pero no había nada sorprendentes en ellos, era similares a otras tribus del sudeste asiático: usaban herramientas de hierro, vestían ropas de algodón y solo dormían en cuevas cuando iban de cacería.

Estas nuevas evidencias permitieron descubrir al autor del mayor fraude antropológico de la historia: el director de la fundación Panamin, dedicada a salvaguardar los intereses de las minorías, Manuel Elizalde, quien se ‘sacó de la manga’ a una tribu entera usando a los aborígenes del lugar con el fin de obtener recursos económicos, varios millones de dólares, destinados a proteger el estilo de vida de los Tasaday. Así llegó a su fin una tribu que nunca existió.