Aunque sabemos que existen animales letales, como tiburones o serpientes, no podríamos imaginarnos que el animal más peligroso del mundo es en realidad el mosquito.
Este, es responsable de la muerte de más de 725.000 personas año tras año contra las apenas 50.000 muertes provocadas por reptiles o las apenas 10 personas que matan los escualos.
Es más, el ser humano, es el segundo responsable, después de los mosquitos, siendo responsables de 475.000 muertes de personas al año.
Pero este peligroso insecto no hace el trabajo solo; su capacidad para transmitir virus y otros parásitos causantes de patologías devastadoras es, precisamente, lo que lo hace tan peligroso.
Así, la malaria, transmitida por el mosquito Anopheles, mata cada año a 400.000 personas (principalmente niños) e incapacita por varios días a más de 200 millones de personas.
Otras enfermedades transmitidas por éste singular insecto, incluyen el dengue, que causa entre 50 y 100 millones de casos cada año, la fiebre amarilla, que tiene una alta tasa de mortalidad, o la encefalitis japonesa, que causa más de 10.000 muertes anuales, sobre todo en Asia. Sin olvidar el virus del Zika, que tiene efectos neurológicos graves y a largo plazo en bebés de madres infectadas durante el embarazo.
Existen más de 2.500 especies de mosquitos y estos animales se encuentran en todas la regiones del planeta a excepción de la Antártida. De hecho, los mosquitos son muy buenos para adaptarse a nuevos ambientes y a cualquier intervención que usemos contra ellos.
Por ejemplo, Aedes aegypti (el vector de la fiebre amarilla, zika y dengue, entre otros) se ha adaptado perfectamente al ambiente urbano: se alimenta de sangre humana y pone sus huevos en cualquier tipo de recipiente fuera o dentro de las casas.
En 2005 estudios moleculares llevaron a reclasificar Stegomyia como género, cambiando algunos autores el nombre del mosquito por Stegomyia aegypti al igual que se hizo con el Aedes albopictus que pasó a ser denominado homólogamente Stegomyia albopicta; sin embargo, estos estudios han sido muy discutidos, de forma que actualmente el nombre usado de forma mayoritaria es el de Aedes aegypti, como exigen a partir de diciembre de 2005 los editores de las revistas científicas más importantes del sector.
Un Peligroso Asiático
El mosquito tigre, científicamente conocido como «Aedes albopictus», originario de Asia, es portador de enfermedades virales como la fiebre amarilla o la encefalitis. Su picadura provoca una gran molestia por la saliva que inyecta, que hace que el picor sea persistente.
Por su parte «Anopheles gambiae» es el principal transmisor de la malaria en África. Recientemente un equipo internacional de científicos se ha centrado en dos variedades físicamente idénticas del mosquito la especie. Se ha descubierto que las diferencias genéticas “son tales que parecen estar convirtiéndose en especies diferentes”. Esto indica una evolución muy rápida.
Peligroso y muy resistente
Además, muchas especies de mosquito han desarrollado resistencia contra una variedad de insecticidas comúnmente usados y han cambiado su comportamiento para evitar las redes mosquiteras y las casas fumigadas. Lo que hacen, es alimentarse fuera de las casas y más temprano.
Como señala Krijn Paaijmans, entomólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), «los mosquitos son criaturas difíciles. Están constantemente evitando cualquier cosa que hagamos contra ellos».
Y agregó: «Si queremos eliminar la malaria, necesitamos mejor vigilancia y mejores datos para desarrollar intervenciones más rentables. Esto implica formular las preguntas correctas y utilizar las herramientas adecuadas». El experto propone utilizar el mismo tipo de trampas fuera y dentro de las casas para medir correctamente la transmisión residual de malaria (la transmisión que ocurre en el exterior, donde las redes mosquiteras y la fumigación no son eficaces).
Es necesario trabajar también en nuevas herramientas contra las cuales el mosquito tiene más difícil desarrollar resistencia. El equipo de Paaijmans está desarrollando barreras electromagnéticas que repelen a los mosquitos. El equipo de Carlos Chaccour está centrado en la ivermectina. Este es un fármaco antiparasitario que mata a los mosquitos que se alimentan de animales o individuos tratados. Resta esperar que los científicos consigan cumplir con algunos de éstos objetivos. Y que futuros descubrimientos permitan controlar las poblaciones de mosquitos al rededor del mundo, para así disminuir las estadísticas fatales que preceden su historia.