Una serie de extrañas cartas recibidas por un hombre de ciencia en 1956 hablaban de unos experimentos secretos que habían vuelto invisible un destructor de la marina de los Estados Unidos y al hacerlo, lo habían teletransportado a otro lugar.
El «Experimento Filadelfia» es el nombre que recibió este supuesto experimento ultrasecreto llevado a cabo por la marina de los Estados Unidos en 1943, en el transcurso del cual un barco se volvió invisible y fue teletransportado de un muelle a otro.
En 1979 fue el tema de un libro escrito por Charles Berlitz, principal gurú del culto al triángulo de las Bermudas, y William Moore. Pero, ¿Cómo se supo de este hecho, y qué pruebas tenemos de que sea cierto?
El denominado Experimento Philadelphia, ha entrado dentro de la leyenda de los fenómenos «extraños» por méritos propios, ya que los hechos acaecidos en un supuesto experimento secreto dirigido por la U.S. Navy, no dejan de ser, cuanto menos, sorprendentes. El susodicho, habría tenido lugar en los astilleros navales de Philadelphia, Pennsylvania, el 28 de octubre de 1943 y de haberse producido, en cierta manera se podría considerar que fue realmente un fracaso por los motivos que detallaremos a continuación.
El código militar para denominar este proyecto era Proyecto Rainbow (Arcoiris) que era a su vez un código compartido por otro proyecto sobre un radar de sigilo que se estaba probando en el prototipo de un nuevo avión, el Lockheed U2, que se desarrollaría como avión espía en la década de los 50. Ahora bien, no existen pruebas de que tuvieran nada que ver ambos proyectos. El Proyecto Rainbow habría tenido lugar en un pequeño destructor de escolta de la II Guerra Mundial, con el objetivo final de hacerlo totalmente invisible a la detección por parte del enemigo, en principio a las minas (magnéticas) o cualquier clase de radar pero no se descartaba la invisibilidad óptica del destructor.
El origen del proyecto.
A finales de los años 30, un brillante ingeniero eléctrico llamado Nikola Tesla, originario de Croacia pero residente en Estados Unidos desde 1884 y uno de los más grandes inventores del S.XX. en las disciplinas de la electricidad y el magnetismo, afirmó haber completado una teoría dinámica de la gravedad, que básicamente explica la gravedad como una mezcla de ondas electromagnéticas longitudinales y transversales. Estos razonamientos, calaron hondo en un grupo de trabajo que experimentaba con los campos electromagnéticos en la Universidad de Chicago, donde se estaban iniciando las investigaciones sobre la posibilidad de la invisibilidad a través del uso de campos eléctricos y magnéticos. Este proyecto se habría trasladado en 1939 al Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton.
En un momento determinado, se afirmó haber conseguido la invisibilidad de pequeños objetos, con lo que se presentó al gobierno de los Estados Unidos. Los militares, al estar el país en guerra, vieron el potencial de esta nueva tecnología y decidieron sufragar el curso de las investigaciones a fin de direccionarlas en el sentido que les convenía: su aplicación a la industria bélica.
Esta fue la base del proyecto que nos atañe, y que estaba dirigido por el Dr. Franklin Rinehart, como aplicación militar a las teorías de Albert Einstein sobre los campos unificados o “teoría general de la gravitación y electricidad”. Ésta, publicada por primera vez entre 1925 y 1927 en revistas científicas alemanas, postula la naturaleza interrelacional de las fuerzas que constituyen la radiación electromagnética y la gravedad. A través de una aplicación un tanto “sui generis” de la teoría, se creía posible, con el equipamiento especializado adecuado y la suficiente energía, curvar la luz alrededor de un objeto y esencialmente convertirlo en invisible.
La Armada, al corriente de las posibilidades, decidió dar luz verde al desarrollo del proyecto. El buque elegido para llevar a cabo el experimento fue el U.S.S. Eldridge (DE-173). Puesto en servicio en el astillero de Nueva York el 27 de agosto de 1943, inició “oficialmente” las primeras pruebas en julio de 1943 y las finalizó el 12 de agosto del mismo año. Ahora bien, otras fuentes insisten en que realmente las pruebas tuvieron lugar el 28 de octubre de 1943, pero una serie de evidencias “oficiales”, parecen determinar lo contrario. Según el cuaderno de bitácora y el diario de guerra del buque, se informaba de lo siguiente:
- El U.S.S. Eldridge permaneció en Nueva York, en Long Island, hasta el 16 de septiembre, cuando zarpó a las Bermudas.
- Entre el 18 de septiembre y el 15 de octubre, estuvo realizando entrenamientos de combate en la zona.
- El 18 de octubre formó parte de un convoy que se dirigía a Nueva York, donde permaneció hasta el 1 de noviembre.
- Desde el 1 de noviembre y hasta el día siguiente, formó parte de un convoy a Norfolk y el 3 de noviembre zarpó a Casablanca.
- El 22 de noviembre arribó a Casablanca, donde estuvo hasta el 29 de noviembre, cuando regresó de nuevo a Nueva York en otro convoy y llegó el 17 de diciembre.
- Desde el 17 de diciembre hasta el 31 del mismo mes, viajó a Norfolk con otros cuatro buques de la U.S. Navy.
Esta es la ubicación de las ciudades entre las que, se supone, el U.S.S. Eldridge viajo de forma instantánea durante el experimento.
Como podemos ver, según la versión oficial, el 28 de octubre, de ninguna de las maneras en el U.S.S Eldridge pudo haberse realizado experimento alguno en Philadelphia, porque éste se encontraba en Nueva York, con lo que la versión oficinal es que nunca tuvo lugar dicho experimento. Sin embargo, otros proyectos secretos, como el Proyecto Manhattan (desarrollo de la bomba atómica) oficialmente, nunca tuvieron lugar. De hecho, la U.S. Navy insistió en que todo lo que se tomó como un experimento fantástico de invisibilidad, era sencillamente una confusión con otro en que se pretendía hacer a los buques invisibles a las minas magnéticas mediante un proceso que se denominó degaussing. La U.S. Navy lo definió como:
«… un proceso en el cual, se instala un sistema de cableado eléctrico alrededor de la circunferencia del casco del buque, de proa a popa y por las bordas de babor y estribor. Una corriente eléctrica medida, pasa a través de esos cables para anular el campo magnético del buque. El equipamiento para el degaussing fue instalado en el casco de varios buques de la U.S. Navy a fin de que, cuando se encontraran en lugares en los que podía haber minas magnéticas, estas fueran neutralizadas…»
El experimento
Ateniéndonos a los hechos, estos se habrían iniciado en junio de 1943, cuando en el destructor de escolta U.S.S. Eldridge, código naval DE-173, es modificado para transportar toneladas de equipamiento electrónico, entre el que se incluirían dos generadores masivos de 75 Kv cada uno, montados en el lugar que debería ocupar la torreta de cañones de proa, y que distribuían su potencia a través de cuatro bobinas montadas en cubierta. Tres transmisores RF de 2 megavatios cada uno, 3.000 tubos amplificadores 6L6 (empleados para canalizar los campos de las bobinas de los dos generadores), circuitos de sincronización y modulación… fueron empleados para generar campos electromagnéticos masivos que, correctamente configurados, serían capaces de curvar las ondas de luz y de radios alrededor del buque, haciéndolo invisible.
El experimento tendría lugar en los astilleros de Philadelphia, en el mar y al menos en una ocasión, fue visible para la tripulación del mercante de la marina S.S. Andrew Furuseth, uno de los cuales Carlos Miguel Allende, conocido como Carl Michael Allen, escribió tres cartas al astrónomo Dr. Morris K. Jessup en los 50 describiendo lo que había podido ver: una de las muchas fases del Experimento Philadelphia.
A las 09:00 horas del 22 de julio de 1943, se activaron los generadores recién instalados en el buque y los campos electromagnéticos se empezaron a conformar. Según diferentes testigos, una bruma verde empezó a cubrir lentamente al U.S.S. Eldridge, lo que dificultaba la visión del buque. De repente, la bruma que lo cubría desapareció y con ella, el U.S.S. Eldridge: en el lugar en que hacía un momento se encontraba el barco, ahora no había más que aguas agitadas. Los oficiales de la U.S. Navy y científicos adscritos al proyecto, marineros y testigos, quedaron maravillados, ya que el buque había desaparecido ante sus ojos. Pero los militares aún se sorprendieron más al descubrir que también había desaparecido del radar: era completamente invisible.
Todo había salido a pedir de boca y unos quince minutos después, ordenaron a los hombres de la tripulación, apagar los generadores. Ahora el efecto era el contrario: lentamente fue apareciendo la bruma verde y con ella el U.S.S. Eldridge empezó a materializarse. Sin embargo, algo había ido mal. Cuando el personal de tierra subió a bordo, los miembros de la tripulación estaban desorientados y con evidentes síntomas de náuseas. Esa tripulación fue inmediatamente retirada y se consiguió otra tripulación de repuesto para llevar a cabo un segundo experimento: en lugar de conseguir la invisibilidad total, ahora se pretendía hacer desaparecer al buque únicamente del radar, con lo que se debía modificar el equipamiento.
El 28 de octubre de 1943, a las 17:15 horas, se llevó a cabo la prueba final en el U.S.S. Eldridge. El los generadores del campo electromagnético se activaron y el buque fue prácticamente invisible. Únicamente el tenue contorno del casco permanecía a la vista, en el agua. Todo parecía ir correctamente los primeros segundos, cuando de repente una cegadora luz azul hizo desaparecer al barco. En cuestión de segundos, éste apareció de repente a 600 kilómetros, concretamente en la base naval de la U.S. Navy en Norfolk, Virginia, donde permaneció por cuestión de minutos a la vista del perplejo personal de la base. Y así como apareció en Virginia, desapareció de nuevo y volvió a aparecer en el punto de origen, en los astilleros navales de Philadelphia.
Esta vez, los efectos en la tripulación fueron más serios: mareos muy violentos, personal que desapareció por completo, otros que simplemente se volvieron locos o padecieron esquizofrenia severa, y lo más terrorífico fue el hallazgo de cinco miembros de la tripulación fundidos completamente con la estructura de metal de la proa del buque. Los supervivientes nunca fueron los mismos, y permanecieron una suerte de amnesia total.
Lo que iba a ser un experimento de camuflaje electrónico, se convirtió, por azar, en una teletransportación accidental de un barco entero y su tripulación a una gran distancia del lugar de origen y por espacio de varios minutos.
El secreto se hace público.
Los detalles de este suceso, se hacen públicos de una forma un tanto particular. La única fuente que transmitió lo sucedido fue el susodicho Carl Allen en sus misivas al astrónomo Morris K. Jessup, al que únicamente había visto en una audiencia en la que éste ofreció una lectura de uno de sus libros. Por alguna razón, debió pensar que podía confiar en él aquel secreto.
El 13 de enero de 1955, éste recibió una carta de un tal Carlos Miguel Allende en la que se informaba de un extraño suceso ocurrido unos años atrás y del que él mismo fue testigo. Detallaba la aparición y desaparición del U.S.S. Eldridge, como lo vio todo desde el buque mercante en el que servía, el S.S. Andrew Furuseth, mencionaba a otros miembros de la tripulación con la que sirvió, a fin de dar credibilidad a su historia, e incluso narraba los destinos de algunos de los tripulantes del buque sometido al experimento, incluyendo el caso de uno de ellos, que durante una pelea en un bar, desapareció por completo.
Jessup respondió a Allende vía postal, demandándole más evidencias para corroborar la historia, como por ejemplo fechas y detalles específicos de una historia que cuanto menos, se aventuraba fantástica. La respuesta llegó unos meses después, si bien ahora quien remitía la carta era Carl Michael Allen e informaba que no disponía de las pruebas demandadas pero que se sometería a una sesión de hipnosis en la que podría, seguramente, transmitir de forma fehaciente lo acontecido. Jessup decidió acabar con aquello, y cortó la correspondencia con el supuesto testigo.
En la primavera de 1957, la Office of Naval Research, contacta con Jessup y le pide estudiar el contenido de un paquete que habían recibido. Al presentarse, un atónito Jessup encuentra que en el paquete hay una copia en papel de un libro sobre OVNIS que él mismo escribió años atrás y que se había enviado a la Office of Naval Research envuelto en un papel que ponía Felices Pascuas. El libro contenía anotaciones en los márgenes, escritas en tres colores de tinta diferentes, pertenecientes a tres individuos diferentes, de los cuales sólo uno anotó su nombre: Jemi.
Los otros dos sujetos, fueron clasificados como Mr. A y Mr. B y las anotaciones hacían referencia a dos tipos de “personas” viviendo en el espacio y discuten las afirmaciones plasmadas por Jessup en su libro, discurriendo hasta relacionarlas con el Experimento Philadelphia. Basándose en la escritura, se pudo identificar a Mr. A como Carlos Allende, de quien Jessup había recibido dos cartas. En base a esto, la Office of Naval Research pidió a Jessup que les proporcionara la dirección de Carlos Allende, pero comprobaron que ésta correspondía a una granja abandonada.
También le informaron que una empresa denominada Varo Corporation iba a publicar de nuevo su libro con las misteriosas anotaciones (el libro se llamaba The case for the UFO) y las dos cartas que había recibido. Parece ser que la edición no superó las 100 copias y únicamente se distribuyeron entre personal seleccionado de la Armada. El propio Jessup recibió tres para su uso personal.
¿Es real la historia?
Los detractores, escépticos y otros buscadores de la verdad, encuentran en esta historia, numerosos indicios sobre su falsedad, ya que realmente parece sacada de una película de ciencia ficción.
Para empezar, tenemos el hecho de que la única fuente que atestigua todo lo ocurrido es una única persona, que no aporta pruebas que puedan corroborar la historia y nunca se ha podido disponer de alguna de ellas (si existiera). Todos los escritos posteriores, como los del conocido Charles Berlitz, contienen material copiado de libros de ciencia ficción. En un artículo publicado en la revista Fate Magazine, en 1980, Robert Goerman (el articulista) afirmaba que Carlos Allende / Carl Allen, era en realidad Carl Meredith Allen, de New Kensington, Pennsylvania, un personaje muy inteligente pero mentalmente inestable, capaz de haberse inventado una historia tan fantástica como aquella. Si es cierto, la verdad es que entonces difícilmente podría alguien creer semejantes hechos como reales.
Si vamos al aspecto científico de lo sucedido, nos encontramos con hechos que son todavía más discutibles. Si bien Albert Einsteisn nunca desarrolló por completo su teoría de los campos unificados, si llegó a realizar diferentes variaciones de ésta hasta que falleció en 1955. Un profundo estudio de la física durante ese período y posteriormente, demuestra que las teorías de Einstein son del todo imposibles, con lo que sabiendo que formaban parte de la base del proyecto, éste nunca pudo producir un resultado satisfactorio e incluso un “accidente” como el de la teletransportación. A día de hoy sabemos que no existe mecanismo conocido por el que un campo eléctrico o magnético o tan siquiera cualquier otro tipo de fuerza en la Tierra pueda curvar o reflectar la luz.
En esa línea, la teoría del ingeniero Nikola Tesla sobre la dinámica de la gravedad, que contenía indicios sobre la posibilidad de realizar un viaje espacio – tiempo, y que fue otra de las bases del Experimento Philadelphia, ha sido rebatida en la actualidad por diferentes estamentos de la comunidad científica que a raíz de todo lo aportado desde el punto de vista científico, consideran el proyecto desde otra perspectiva.
Para éstos, los generadores que se adaptaron al buque, no fueron diseñados para distorsionar el tiempo o conceptos similares. Esos generadores estarían concebidos para crear un efecto “espejismo”, convirtiendo al buque en invisible al ojo humano. Estos generadores de alta frecuencia, calentarían el aire y el agua alrededor del barco, provocando que el espejismo fuera real y ocultara el buque de la vista, siendo físicamente detectable únicamente por la estela que se apreciaba detrás de la niebla verde se afirma se vio en el lugar.
Hay que decir que existen otros científicos que afirman lo contrario, ya que la descripción del sistema montado en el U.S.S. Eldridge, que emplearía la gravedad como forma de combar la luz alrededor del buque, es en teoría posible, ya que el Sol provoca precisamente eso, que la luz se curve ligeramente a su alrededor debido a la masa que posee y según la teoría, el tiempo; al igual que un agujero negro, cuya masa es tan elevada y su poder de atracción gravitacional tan alto, que absorbe por completo a la luz. Pero obviamente, sería necesario conseguir un poder gravitacional superior al del Sol o de un agujero negro, algo que podemos considerar como imposible.
Otro punto que se considera como parte rebatible de la historia, es el desarrollo temporal de la misma. El U.S.S. Eldridge permaneció en el puerto de Nueva York hasta septiembre de 1943. El experimento de octubre habría tenido lugar cuando el buque se encontraba tomando parte en sus maniobras de las Bahamas. Además, en una reunión de veteranos del U.S.S Eldridge celebrada en abril de 1999, estos confirmaron que jamás recalaron en Philadelphia. Corrobora este hecho la existencia, a disposición del público en general, del informe de acción en la II Guerra Mundial del buque, que incluye las anotaciones del cuaderno de bitácora, en un microfilm, codificado como objeto # NRS-1978-26 en el U.S. Naval Historical Center situado en el Washington Navy Yard.
Sin embargo, la Armada norteamericana, ha negado siempre el acceso a los documentos relacionado con el caso, de forma completa, lo que ha servido únicamente para convencer a los interesados en el caso de que los hechos fueron realmente ciertos y que existe (y existió) una conspiración para tratar de ocultar la verdad. ¿Por qué motivos? Entre otros, porque la tecnología empleada es de común uso actualmente en el ejército norteamericano o, por ejemplo, por las millonarias indemnizaciones que demandarían las familias de los afectados.
¿Qué pudo suceder? Explicaciones alternativas.
El investigador Jacques Valle, descubrió que a bordo del U.S.S. Engstrom, que se hallaba anclado al lado del Eldridge en 1943, fue puesto a disposición de las autoridades navales para proceder a realizarle una operación de degaussing, con el objetivo de hacerlo indetectable a los torpedos y minas magnéticas. Valle explica que lo trabajos realizados en el Engstrom, de una forma un tanto enrevesada podrían haber influenciado en la historia del Experimento Philadelphia.
Un veterano que sirvió a bordo del Engstrom, confirmó que el Eldridge podría haber viajado de Philadelphia a Norfolk y volver en un solo día en aquella época, cuando para los mercantes era imposible. La razón la encontramos en un secreto de guerra: existía una serie de canales (el Chesapeake y el Delaware) que unían ambos puntos y que se encontraban vedados únicamente para el uso militar y con un conocimiento de su existencia limitado para los civiles, ya que se pretendía ocultar su existencia debido a que en aquella zona se habían avistado recientemente submarinos alemanes, con lo que para poder proteger a la flota, se movía a los buques por estos canales de forma continua.
Este mismo veterano, afirmaba ser, además, el mismo hombre que Allende afirmaba haber visto desaparecer en la pelea del bar. La explicación para este hecho es muy sencilla: cuando la pelea finalizó, los camareros, amigos suyos, le sacaron por la puerta de atrás del bar antes de la llegada de la policía, porque era menor de edad. Ellos mismos declararon que el muchacho había desaparecido, sencillamente para no meter en líos al chico.
En términos más especulativos y paranormales, un personaje, Al Bielek, que realmente se llama Edward A. Cameron, proclamó que se encontraban en el muelle en el momento en que el Eldridge se encontraba en el “hiperespacio” vía Norfolk, cuando él también dio un salto dimensional espacio – tiempo y acabó, tras un período de severa desorientación, en la estación de la Fuerza Aérea de Mountauk Point, Long Island en 1983, habiendo experimentado no sólo la teletransportación, sino un salto en el tiempo. Pero en el año 2003 se le desmontó la historia cuando un equipo de investigadores le siguió la pista y averiguó que todo era una patraña.
Sea cierto o no, lo cierto es que aún a día de hoy, el conocido como Experimento Philadelphia, sigue provocando acaloradas discusiones entre los defensores y los detractores de lo sucedido, dejando la puerta abierta a la posibilidad de que realmente, los viajes espacio – tiempo, sean una realidad.