El 19 de mayo de 1780 fue un día atípico en el estado de Nueva Inglaterra. Estados Unidos. Un oscurecimiento inusual convirtió el día en noche en dicho lugar y hasta incluso en algunos sectores de Canadá.
Como los sistemas de comunicación eran muy primitivos por esa época, el fenómeno se atribuyó a interpretaciones de creencias míticas y religiosas.
En el año 2008, un grupo de investigadores de la Universidad de Missouri examinaron escritos y registros de los anillos de los árboles dañados por el fuego, determinando que la oscuridad fue producida por un incendio forestal, el cual causó el fenómeno que se prolongó durante dos días.
La tradición gnóstica afirma un origen extraterrestre para los Niños de Seth. Los gnósticos cristianos afirman que su progenitor Seth, el tercer hijo de Adán y Eva, era diferente a sus hermanos Caín y Abel, y que disfrutó de una conexión sin trabas con el reino divino y sus habitantes celestiales.
Se encarnó entre nosotros, viniendo como un mensajero de luz, un redentor, desde un mundo más allá de nuestro mundo imperfecto. Los descendientes de Seth, dice el Evangelio de los Egipcios apócrifo recientemente encontrado entre los manuscritos del Mar Muerto, son “la raza inmortal que vino de los tres mundos (anteriores)”.
En la tradición egipcia antigua, Seth es un dios del cielo, uno de los doce dioses y diosas del panteón egipcio y hermano de Osiris, el dios principal egipcio a quien mató y desmembró. Por esa razón Seth, figura en la mitología popular del Egipto Antiguo como una fuerza perversa. No obstante deberíamos entender que la muerte de Osiris por Seth se refiere en la iniciación egipcia a la muerte que experimenta el iniciado para poder resucitar como hombre nuevo. Seth es la figura más misteriosa de la mitología egipcia, el alter ego de Osiris. Seth es el portador de cultura, a la vez que es el que viene a destruir aquello que ya está caduco para poder sembrar nuevas semillas. Seth es el duro e implacable, “cruel” maestro-chamán, el hermano oscuro de Osiris que guía al neófito por los mundos del más allá.
Seth, la raza de Seth, es la raza de dioses y semidioses que inician en los misterios egipcios. Ellos trajeron en el origen de los tiempos el conocimiento y la iniciación que ayuda al hombre a elevarse sobre la faz de la tierra.
Aquí entendemos el efecto de la vulgarización de los misterios. El judío incorporó a Seth en su propia mitología, otorgándole el pedigrí adámico e identificándolo con los ángeles caídos rebeldes cuya historia se contiene en los libros apócrifos de Enoc judíos y en los Jubileos. Éstos cuentan cómo Azazel, el Jefe de los Hijos de Dios, cayó desde el cielo con su hueste angélica debido a su desobediencia del “Altísimo”. Los ángeles caídos se casaron con seres humanos, y así se convirtieron en los padres de una raza superior en conocimientos y habilidades mágicas.
Los esenios de Palestina creían que sus progenitores espirituales, los ángeles caídos, les habían transmitido sus maravillosas facultades sanadoras. De hecho, la palabra griega Essenoi está relacionada con la palabra Hasaya del arameo, que significa “piadoso” y con Asa, “él sanó” y por lo tanto tiene relación con el nombre del ángel caído Asael o Azazel (que significa sanador o visionario de Dios, una descripción peculiarmente acertada de los doctos disidentes esenios de la época de Cristo).
Los posteriores gnósticos de Nag Hammadi también situaron en este contexto su tradición acerca de Seth, representándolo como un Hijo de Dios que vino voluntariamente de los mundos del cielo y fue el padre de una raza de gran sabiduría sobre la Tierra. Ellos también creyeron que era un ser de luz y no de obscuridad. El sacerdocio judío, notable por su tergiversada interpretación de los mitos de los pueblos circundantes, consideró a los Hijos de Dios unos atroces réprobos, pero Seth más bien es como lo ven los gnósticos, el equivalente al Bodhisattva, un Portador de Luz enviado a la Tierra para ayudar a la humanidad a liberarse.
Las implicaciones jerárquicas en la tradición de Seth han repugnado a la mente moderna, temerosa ante cualquier forma de verdadero elitismo, tanto como lo repugna el sacerdocio judío. Todavía más inaceptable sería en la actualidad pensar sobre el abismo que existe entre las razas humanas. Y aún más, sobre el abismo entre la raza superior y lo que queda sobre la superficie de este planeta.
Los Niños de Seth han nacido al mundo con un patrimonio de conocimientos y poder innatos acreditados por su pertenencia a otra raza. Ellos son los Antiguos, ya iluminados y con acceso a facultades psicoespirituales que pertenecen a un mundo distinto, a un tiempo diferente al nuestro y que les confiere el derecho y la obligación de gobernar.
Los Niños de Seth tenían la reputación de ser unos grandes astrónomos, lo que nos recuerda a Pitágoras, el maestro iniciado en los Misterios Solares de Egipto, quien tenía unos conocimientos astronómicos sorprendentes. Aunque vivió 700 años antes, fue más explícito que los gnósticos al referirse al origen extraterrestre de los dioses. Respecto al alma, Pitágoras afirma que “emana de un orden espiritual invariable y más elevado, así como también de la evolución anterior, de un sistema solar extinto y ha habitado muchos otros sistemas solares parecidos”. El destino del hombre ha de ser elevarse por encima de él mismo, más allá de la luna, más allá de las órbitas de los planetas más lejanos, más allá de este sol y de las estrellas, para volver al mundo que es el auténtico hogar y que permanece lejos de este sistema solar, en las profundidades del universo.
En Sumer, Anu era el dios de los cielos. Los Annunaki sumerios son la misma raza celeste que la tradición egipcia identifica como la raza de Seth.
Un papiro fue descubierto por casualidad en una cueva en Egipto hace ya varios años, aunque no existe una información precisa sobre los acontecimientos sucedidos durante su descubrimiento, como ya ha ocurrido con otros textos, como el extraordinario Rollos del Mar Muerto, una colección de manuscritos hebreos escritos en piel de oveja y fechados entre el siglo II. BC y AD, el análisis de las cuales (173 incluyendo todos los libros del canon hebreo, , ha hecho una gran contribución a nuestro conocimiento del hebreo bíblico, y puso de relieve la historia y los secretos judios.
También es importante comprender que desde los origenes del cristianismo, el público en general conoce los textos bíblicos canonizados por la Iglesia católica, pero que ciertamente no son los únicos. En 1945, otros textos gnósticos fueron encontrados, enterrados en una olla de barro, por campesinos egipcios cerca de la localidad de Nag Hammadi. Entre los más de 12 versiones completamente nuevas de las enseñanzas de Cristo, incluyendo un Evangelio de Tomás, uno de Felipe y un Evangelio de la Verdad.
El Evangelio de Judas.
Presentado inicialmente a un anticuario como un texto de nombre Hanna, en El Cairo y vendido posteriormente a algún coleccionista multimillonario, el Evangelio de Judas ha aparecido también en la escena de los evangelios apócrifos.
Se han perdido algunos pasajes importantes del texto por motivo del descuido de sus múltiples poseedores. De Egipto a Europa y luego hacia los Estados Unidos donde durante 16 años, el Hanna se mantuvo en una cámara acorazada de Nueva York.
La historia del Codex de Tchacos
En el año 2000, Frieda Tchacos lo compró por alrededor de $ 300.000 y abocó todo su esfuerzo en su traducción, aunque el deterioro del codex le imposibilitaba culminar con su labor, solicitó ayuda a expertos en el tema y finalmente con la ayuda de la Fundación Mecenas de Arte Antiguo, logró terminar las labores de restauración y traducción de poco más del 80% del evangelio.
La Sociedad National Geographic y el Instituto Waitt for Historical Discovery, financiaron por completo las tareas antes citadas con el objetivo de mostrarle al mundo la historia que el codex relata.
Segun el análisis científico el papiro es entre el 220 y el 340 dC. El texto está en lenguaj copto, que es el idioma en el que se encuentran la mayoría de los textos cristianos del siglo primero y segundo.