Como colofón del artículo sobre la Nueva Teoría sobre la Desaparición de los Dinosaurios, sigo con los intentos de la naturaleza para seguir preservando a los descendientes directos de los dinosaurios como especies dominantes de todos los ecosistemas mundiales.
Así comprobamos que las primeras aves, no volantes, que aún nos recuerdan a ciertos velocirraptores, medraron por Sudamérica y luego de la unión con Norteamérica llegaron hasta casi la frontera con el actual Canadá. En Sudamérica encontramos ocho especies bien diferentes de las Aves del terror:
Los forusrácidos (Phorusrhacidae) son una familia extinta de aves gruiformes; se les conoce popularmente como aves del terror, porque sus especies más grandes eran los depredadores que estaban en la cima de la pirámide alimenticia, y por encontrarse entre los carnívoros más temibles de su tiempo. Continuar leyendo «Experimentos de la naturaleza contra los mamíferos»
WASHINGTON (AP) – Por primera vez, los científicos han podido confirmar el color de un dinosaurio y no es en los tonos marrones o grisáceos que vemos en películas o dibujos animados: es un naranja rojizo que, en forma de anillos, adornaba las plumas de la cola de una especie encontrada en China.
La primera evidencia sólida de la pigmentación de un dinosaurio se descubrió en las plumas fosilizadas de la cola del Sinosauropteryx, un pequeño dinosaurio carnívoro, según un artículo publicado el miércoles en el sitio del jornal científico Nature.
La cola de 125 millones de años tiene las mismas sustancias colorantes en sus células que el cabello de un pelirrojo, dijo el autor principal del artículo, Mike Benton, profesor de paleontología de la inglesa Universidad de Bristol.
El estudio, según expertos independientes, también brinda evidencia concluyente de que los dinosaurios tenían plumas, lo que los acerca más a las aves.
Benton y sus colaboradores no vieron el color rojizo por sí mismos. A través de un microscopio de electrones, detectaron los rastros celulares específicos de ese color. Un estudio anterior, hecho junto con otro grupo de investigadores, había encontrado similares indicios de color celular en plumas de pájaros prehistóricos.
Aunque los dibujos de dinosaurios suelen pintarlos en tonos menos llamativos, los científicos hasta ahora sólo han conjeturado sobre cuáles serían los colores reales. Los tonos más vivos se comenzaron a considerar posibles cuando se descubrió la relación de los dinosaurios con las aves, pero hasta ahora no había pruebas sobre ningún color en particular.
Es probable que otros investigadores copien ahora la técnica que usó el equipo de Benton, dijo el experto en dinosaurios Paul Sereno, de la Universidad de Chicago. El artículo británico, agregó, es un «hito» que brinda «una posibilidad de espiar cómo pueden haberse visto cuando estaban vivos».
El Hobbit u Homo floresiensis, vivió hasta hace 12.000 años en la isla indonesia de Flores. Con apenas un metro de estatura y un minúsculo cerebro de 380 centímetros cúbicos, similar al de un chimpancé, representa una nueva especie del género Homo que convivió en algun momento de la historia con los Sapiens.
El descubrimiento de un ejemplar de Hobbit en octubre del año 2004 generó una gran polémica entre la comunidad científica. Por aquel entonces, los antropólogos que publicaron su investigación en la revista científica Nature, lo presentaron como una nueva especie de Homo sapiens que sería heredera del Homo erectus, el antecesor del homínido moderno. Pero en dicha publicación no quedaba claro cómo el pequeño humano había involucionado hasta convertirse prácticamente en un pigmeo. Error que algunos científicos aprovecharon para minimizar éste increible descubrimiento, atribuyendo la estatura del esqueleto y el tamaño de cerebro a una supuesta microcefalia. (Investigación publicada en Science en el año 2006)
Sin embargo, recientes investigaciones intentan demostrar que el hombre de Flores pertenece en realidad a una nueva especie descubierta. La confirmación ha llegado con dos nuevas investigaciones de Nature. En ellas queda totalmente desmentida la microcefalia del Homo floresiensis y, por lo tanto, deja abierta la posibilidad de que se trate de una nueva especie.
En un primer artículo, Eleanor Weston y Adrian Lister, del Museo de Historia Natural de Londres, llegaron a su conclusión a través de la siguiente analogía: Tomaron como modelo animal a fósiles de hipopótamos que, al vivir aislados en la isla de Madagascar, separados de sus antecesores, desarrollaron enanismo y encogieron de forma desproporcionada. Esto les llevó a afirmar que algo similar ocurrió con el cerebro del Homo floresiensis, que se hizo tan pequeño por el efecto de vivir en una isla, y no por una patología médica.
En el segundo estudio, William Jungers, de la Universidad de Stony Brook (Nueva York), y su equipo estudiaron los pies del hombre de Flores. Sus hallazgos muestran que las características de sus extremidades, que se parecen a las que se ven en otros primates, emparentan a este homínido no con el Homo erectus , sino con otro más remoto y primitivo. Es una nueva vuelta de tuerca en el puzle incompleto de la evolución humana, un misterio más en la búsqueda del eslabón perdido de la humanidad Pero, de momento, el hobbit ya es humano.