Experimentos de la naturaleza contra los mamíferos

Como colofón del artículo sobre la Nueva Teoría sobre la Desaparición de los Dinosaurios, sigo con los intentos de la naturaleza para seguir preservando a los descendientes directos de los dinosaurios como especies dominantes de todos los ecosistemas mundiales.

Así comprobamos que las primeras aves, no volantes, que aún nos recuerdan a ciertos velocirraptores, medraron por Sudamérica y luego de la unión con Norteamérica llegaron hasta casi la frontera con el actual Canadá. En Sudamérica encontramos ocho especies bien diferentes de las Aves del terror:

Los forusrácidos (Phorusrhacidae) son una familia extinta de aves gruiformes; se les conoce popularmente como aves del terror, porque sus especies más grandes eran los depredadores que estaban en la cima de la pirámide alimenticia, y por encontrarse entre los carnívoros más temibles de su tiempo.

Eran aves de gran tamaño, carnívoras y no voladoras; fueron los depredadores dominantes en América del Sur durante el Cenozoico, hace entre 2 y 2,5 millones de años. Tenían una talla de 1 a 2,5 metros de altura. Sus alas habían evolucionado para utilizarlas como brazos para voltear una presa en movimiento. Eran corredores rápidos. Sus parientes más cercanos hoy en día son las chuñas sudamericanas de la familia Cariamidae, aves serpentarias, que comen también lagartos e insectos, con un dedo de la garra que recuerda a los velocirraptores. Las aves modernas más emparentadas serían las avutardas o gansos de Tierra del Fuego.

Titanis walleri, una de las especies más grandes, es originario de América del Norte, siendo uno de los ejemplos relativamente raros de animales que evolucionaron en América del Sur y pasaron al norte extendiendo su área geográfica tras la formación del Istmo de Panamá. Los antepasados de T. walleri no se conocen; sin embargo, es posible que hayan especies norteamericanas y sudamericanas esperando ser descubiertas. Recientemente se descubrió en Argentina la más grande ave del terror.

Sólo unos huesos de T. walleri han sido descubiertos en Florida y a lo largo de la costa de Texas. Ningún esqueleto completo proviene de América del Norte, sólo se conocen en su totalidad algunos forusrácidos sudamericanos. En América del Sur, los humanos que penetraron desde e América Central, se encargaron de exterminar a estas especies, no por ser un interesante alimento (mayormente se podían aprovechar sus patas y muslos), sino por la peligrosidad que representaba convivir con ellas.

Su mordida era de un poder formidable, su velocidad en la persecución y peligrosidad de sus garras eran definitorias. Es así que inventan los “indios” las boleadoras, para inmovilizarlas desde lejos y ahí si, matarlas a lanzazos y flechazos hasta exterminarlas. Acabaron con un constante peligro y un gran competidor que comía las mejores presas. Aparte de comerse sus exquisitos huevos.

En América Central y Norteamérica fueron víctimas, no solo de los humanos, sino de los
grandes carnívoros que allí habitaban. Estas aves, de poderosa mordida, exterminaron a muchos mamíferos: el caballo sudamericano, el perezoso gigante, la mulita gigante, etc. Realmente, no pudieron con la fiereza e inteligencia de los humanos, por un lado y de la fuerza y mañas de los nuevos carniceros mamíferos, que completaron el final de una época, para mí demasiada duradera. Les sugiero que lean mi Teoría Nueva sobre la Desaparición de los Dinosaurios. por: Manlio E. Wydler

4 respuestas a «Experimentos de la naturaleza contra los mamíferos»

  1. Pingback: www.enchilame.com
  2. la teoria esta bien plantada pues se siguen encontrando especies que todavia no estan catalogadas.
    Es un interesante articulo, otro mas de los q Manlio esta acostumbrado a realizar.
    Sigue de esta manera y vuelvo a repetir en todos mis comentarios como puede ser q a Manlio no lo inviten a charlas como invitado.
    Muy bueno.

  3. El artículo es muy bueno, pero tiene una dificultad; no se sabe bien hasta que años se poblaron las diferentes partes de América toda- Se han encontrado vestigios de culturas humanas en la Patagonia de más de 20.000 años, por lo que en otras partes podría extenderse la habitación humana a al menos 50.0000 años y la desaparción o transformación de las aves del terror a 20.000 años- recordar como las aves y los peces en pocas centurias pueden generar especies diferentes; por ejemplo en las Galápagos-.
    Pero lo de las boleadoras, puede ser algo optimista. Igualmente, muy buenas las posturas que en este siglo, esperemos que se resuelvan.

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