Todo comenzó en el verano de 1971, en un hogar humilde del pequeño pueblo de Bélmez de la Moraleda, en Jaén. La casa pertenece a la familia Pereira que observa atónita como una mancha en el suelo de su casa va formándose poco a poco hasta que aparece un rostro humano. A partir de aquí podríamos concluir con que es todo fruto del azar o de la humedad pero las cosas cambian cuando en casa de los Pereira comienzan a formarse caras nuevas. En un principio el señor Pereira intentó quitar aquella primera mancha y lo consiguió. Todo estaba en orden pero al cabo de un mes aparece una mancha nueva. En esta ocasión el matrimonio decide extraer el trozo de suelo con la cara y lo conservan enmarcado.
A partir de aquí la familia notifica al Ayuntamiento el suceso e intentan darle una explicación. Para ello excavan el subsuelo de su casa pero no hallan nada; únicamente huesos. ¿Por qué huesos? La casa de los Pereira, al parecer, está situada en el emplazamiento de un antiguo cementerio que data del siglo XVIII. Este hecho vino a añadir más misterio a las apariciones de Bélmez. [Leer el artículo completo]