El astro, de color rojizo, tiene apenas 450 kilómetros de diámetro y su órbita elíptica es extremadamente excéntrica.
En una investigación que delata lo poco que sabemos de nuestro propio sistema solar, astrónomos de Estados Unidos han descubierto un planeta enano más allá de la órbita de Plutón.
El astro, de color rojizo, tiene apenas 450 kilómetros de diámetro. Su órbita, elíptica, es extremadamente excéntrica. En el punto más próximo al Sol, se acerca a 12.000 millones de kilómetros de la estrella (80 veces más lejos que la Tierra). En el punto más apartado, se aleja a 68.000 millones de kilómetros (450 veces más lejos que la Tierra). Sus descubridores, que han presentado los resultados de la investigación en la revista Nature, lo han bautizado con el nombre nada poético de 2012 VP113.
Este pequeño mundo frío y oscuro tiene un hermano mayor llamado Sedna descubierto hace once años. Al igual que 2012 VP113, Sedna es un planeta enano situado más allà de Plutón con una superficie rojiza, una órbita extremadamente excéntrica y unos mil kilómetros de diámetro. Pero la coincidencia más llamativa entre ambos astros es que sus órbitas tienen casi la misma inclinación respecto al plano en que orbita la Tierra (o eclíptica). Esto sugiere que Sedna y 2012 VP113 tuvieron un mismo origen y que probablemente hay otros astros similares en la misma región.
Los investigadores recuerdan que el sistema solar se puede dividir en tres grandes regiones. La más próxima al Sol es la de los pequeños planetas rocosos como la Tierra. Algo más apartada está la región de los gigantes gaseosos, que abarca desde Júpiter a Neptuno. Más allá se extiende vasta periferia desconocida e inexplorada poblada de astros pequeños, oscuros y difíciles de detectar.
El nuevo planeta enano se ha descubierto a partir de observaciones realizadas con dos telescopios construidos en los Andes de Chile: la Cámara de Energís Oscuro del Observatorio de Cerro Tololo y el telescopio Magallanes de 6,5 metros del Observario Las Campanas.
Los astrónomos que lo han encontrado, de la Institución Carnegie de Washington y del Observatorio Gemini de Hawai, han calculado que hay cientos de astros similares en la misma región. «Podrían ser más numerosos que cualquier otra población de objetos (…) en el sistema solar», escriben en Nature.
Su origen, sin embargo, es un enigma. La presencia de estos astros en esta región del sistema solar, con unas órbitas inclinadas respecto a las de los planetas, no puede explicarse por las perturbaciones gravitatorias de Neptuno, el más exterior de los gigantes gaseosos. Tampoco puede explicarse por ninguno de los episodios conocidos de la historia del sistema solar.
La hipótesis que defienden como más plausible los descubridores del nuevo astro es que, poco después de formarse el Sol en una enorme nube de gas y polvo en la que también nacieron otras estrellas, alguna de ellas pasó junto al sistema solar antes de alejarse hacia otra parte de la galaxia. El encuentro estelar perturbó las trayectorias de los pequeños astros de las afueras del sistema solar, de modo que planetas enanos como Sedna y 2012 VP113 fueron expulsados del plano en el que orbitan los grandes planetas.