En busca de la cura contra el Cáncer

La enzima telomerasa cuya molécula vemos más arriba, es la responsable con altas concentraciones de preservar a las células tumorales de la muerte.

La telomerasa es uno de los pilares que sostienen el crecimiento tumoral. En la base de ello se encuentran los mecanismos que hacen que una célula mortal se convierta en una célula inmortal. Esta última puede dividirse indefinidas veces permitiendo el crecimiento del tumor, mientras que la mortal no. Lo que le confiere la capacidad de multiplicarse indefinidamente y traspasar los límites normales de vida celular es la actividad de la telomerasa.

A medida que una célula normal se divide va perdiendo fragmentos de los telómeros, lo que provoca una disminución progresiva de funcionalidad y en última instancia la muerte. Este proceso explica por qué las células normales son mortales. Sin embargo, las células tumorales escapan al destino de tener los telómeros cada vez más cortos aumentando los niveles de telomerasa.

Esto ocurre en más del 95% de todos los tipos de tumores humanos, lo cual es una clara indicación de que es algo esencial para que el tumor crezca. De hecho, ya se ha demostrado que células tumorales cultivadas en el laboratorio a las que se les quita la telomerasa mueren rápidamente debido a un agotamiento de sus telómeros.

La Corporación de Biotecnología Geron, que patentó todas las posibilidades de producción y uso de la Telomerasa, la enzima capaz de reconstituir el fragmento de ADN que se pierde con cada reproducción de una célula, proveyéndola a esta la capacidad de multiplicarse indefinidamente, es decir, para siempre.

La meta de Geron es producir artificialmente esta enzima e insertarla en las células madre ya que no se encuentra activa en nuestro código genético.

Por ahora las fuentes de la empresa informan que si bien se ha logrado la multiplicación de las células de manera casi indefinida, falta un largo camino por recorrer en la búsqueda de la vida eterna.

Pharma portal dice:

El ADN mitocondrial muta con una frecuencia más de 10 veces mayor que el ADN nuclear. Una buena parte de esas mutaciones es inducida por la oxidación resultante de su proximidad a la planta energética de la cadena respiratoria. La presencia de cientos de mitocondrias en la célula y miles de copias de su genoma, sin embargo, diluye considerablemente el efecto deletéreo de las mutaciones.

Se calcula que basta un 15% de mitocondrias normales en una célula para que esta cumpla cabalmente su función. Con la edad del organismo, sin embargo, ese porcentaje umbral llega a alcanzarse y la célula degenera y muere por insuficiente producción de energía.

Se ha teorizado que este proceso puede estar a la raíz de muchas enfermedades degenerativas, entre ellas las cardiovasculares, la diabetes tardía, la artritis, las cataratas, y las enfermedades de Alzheimer y Parkinson. Siendo así que todas estas enfermedades comienzan en el inicio de la vejez, cuando las células y las mitocondrias empiezan a perder su capacidad de producir TFA (trifosfato de adenosina), es posible argumentar que lleguen a ser prevenibles y hasta curables mediante un refuerzo tecnológico de la capacidad de las mitocondrias para montar una defensa significativa contra el ataque de radicales libres a su ADN.

Por otra parte, está probado que los agentes ROS juegan un papel esencial en los procesos celulares e incluso en las funciones de la memoria, y su eliminación total no solo sería dañina sino incluso imposible. El cuerpo debe entonces mantener un equilibrio entre su producción y la defensa contra sus efectos destructivos.

Tomando en cuenta que ese equilibrio fue creado por selección natural, la preponderancia de esos agentes en la vejez habría que buscarla en otras causas.

Autores de inclinación holística han propuesto, por ejemplo, el endurecimiento de las membranas celulares, lo que dificulta el libre movimiento de los mensajes que aseguran la armonía fisiológica entre las distintas asociaciones de células. (Clark 01) En favor de esta posición podría añadirse que así como en la construcción del organismo individual juegan un papel decisivo las vías de señalización intercelular(h), igualmente tiene que jugarla durante su decadencia.

Finalmente, si como parece un hecho las llamadas enfermedades degenerativas son en el fondo enfermedades mitocondriales indisolublemente ligadas a los procesos de envejecimiento, todo indicaría que debe revisarse el concepto de vejez como una no-enfermedad, «debilitamiento general» que abre la puerta a todas las enfermedades.

Más bien sería apropiado considerarla, junto con las enfermedades degenerativas, como manifestación de la enfermedad más radical de todas, «madre de todas las enfermedades»: el ataque a nuestro material genético por los subproductos de nuestros generadores de energía internos y externos. .

Si ese fuera el caso y las ciencias biológicas lograran encontrar una manera de prevenir y curar esa enfermedad radical, la calidad de vida de la humanidad mejoraría inmensamente y se abriría la posibilidad de que la .
muerte ocurriera sin trauma y postergada hasta el terminus supremo: el agotamiento generalizado de los telómeros. A menos que la telomerasa resultara ser, al fin y al cabo, la fuente de la eterna juventud.

Después de colocar estos puntos de vista diversos, me inclinaría a pensar que la evolución encaminó el acortamiento de los telémeros, para prevenir cánceres; la aparición asidua de tumoraciones.

La falta de actividad genética formadora de altos niveles de telomerasa, indican la no formación de mutaciones cancerígenas en diversas células madre que dan origen a los tejidos diferentes he incluso a todos el órgano que estos constituyen.

Tratar de lograr una “eterna juventud” podría derivar en cánceres generalizados que prontamente derrumbarían la vida del individuo y solo por un tiempo tendríamos una “hermosa” colección tumoral reemplazándolo.

Incluso, por ahora, los mejores sistemas curativos resultaron las medicinas alternativas, realizadas por profesionales médicos y químicos, con sustancias venenosas que controlan la permeabilidad celular y dificultan las comunicaciones entre las células y ciertos orgánulos, vía ARN mensajero.

Recuerdo el tema crotoxina y el de la cura del cáncer, o al menos extensas sobrevidas, con calidad de vida, del método del Dr. Crescenti.

Me quedo con lo que expresa el conocimiento akáshico: la telomerasa es como un subproducto canceroso y no su cura. Buscar por este medio la “fuente de juventud” es como abrir la “caja de Pandora”.

La sobrevida más allá de la muerte física está asegurada y es bueno recomenzar con cuerpo nuevo una existencia en otros espacios y tiempos, porque así generamos la inteligencia y memoria multiversal, cumpliendo con LO CONTÍNUO Y SEMPITERNO que todos hemos generado, generamos y generaremos.

4 respuestas a «En busca de la cura contra el Cáncer»

  1. Recuerdo los tratamientos con la crotoxina, que eran promisorios , pero en la Argentina, se anula al que investiga. Fué algo lamentable.

  2. Pingback: floreame.net
  3. Pingback: aupatu.com
  4. Es una lástima que en la Argentina existía un investigador, el Dr. Vidal. bioquímico que experimentaba con venenos de cobra, que al impedir cierta pemeabilidad de las células, impedía el progreso tumoral y la metástasis

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *