Hace un año, una expedición científica internacional —acompañada por la BBC y Discovery Channel— regresó de la república rusa de Yakutia con una noticia excepcional: en la costa del mar de Laptev, en una cueva a 100 metros de profundidad, hallaron un pequeño mamut hembra que poseía tejido graso, abundante pelo y médula ósea «en excelentes condiciones». Yuka, como fue bautizada, había muerto a los 2 años hace unos 10 mil, es decir, unos mil años antes de que comenzara la larga temporada en que los mamuts comenzaron a extinguirse. La excepcionalidad estaba dada por un dato que nadie pudo soslayar: era el ejemplar más completo y fresco nunca antes hallado.
Ahora, las ilusiones puestas en el descubrimiento parecen haber dado un extraordinario salto: las células de aquella cría de mamut, muerta y enterrada en el hielo hace 10 mil años en Siberia, ¡están vivas! Bueno, «vivas, vivas» no, pero así nos lo quisieron vender algunos medios.
Sin embargo, que entre los restos de tejido del mamut existan algunas células en buen estado entra, por ahora, en el terreno de lo conjetural: el inevitable proceso de descomposición del pequeño mastodonte lanudo extraído de la tundra siberiana torna poco probable que su ADN haya sobrevivido intacto. Y si varios científicos son escépticos respecto del eventual cumplimiento de la profecía de Michael Crichton en «Jurassik Park», fruncen más el ceño al comprobar que la noticia resucita de la mano de un «dinosaurio del tipo humanoide», el veterinario surcoreano Woo Suk Hwang.
A juzgar por la ligereza con que ciertos medios han citado su nombre, impresiona comprobar cuántos se han olvidado de las correrías del señor Woo, hace apenas siete años.
Antes de 2005, Woo Suk Hwang había sido ungido «héroe nacional» en Corea del Sur. Desde 2002 había recibido el apoyo total del gobierno de Seúl y contaba con fondos casi ilimitados: el Ministerio de Ciencia y Tecnología le había provisto el equivalente a unos 34 millones de euros para que desarrollara con toda tranquilidad sus investigaciones. El principio del fin del escándalo comenzó el día que anunció haber logrado clonar, por primera vez en la historia, células madre de embriones humanos. Pero el escándalo, como veremos, no fue el fin de su carrera.
Cuando cayó la venda, mejor digamos el telón, del descomunal fraude, Woo fue obligado a dimitir de su cargo como profesor en la Universidad Nacional de Seúl, su laboratorio fue clausurado y, como las pruebas eran abrumadoras, acabó admitiendo haber manipulado los datos «a propósito, no por un error accidental». Su confesión también fue consecuencia de la presión de la revista Science, que había dado por buena su investigación y que, para sobrevivir al escarnio, necesitaba al menos una cabeza guillotinada por la burda falsificación.
Acusado de violar la ley sobre bioética y por la apropiación de unos 6,4 millones de dólares, en 2009 Woo recibió una condena de prisión suspendida por malversación de fondos y por aceptar donaciones de manera fraudulenta. En el juicio alegó haber destinado ese dinero a sus proyectos, entre ellos «clonar un mamut extinguido por encargo de la mafia».
Woo Suk Hwang.2Este es el hombre que ahora está detrás de la iniciativa «clonemos al mamut»…
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Por lo demás, el doctor Alexander Agadzhanyan, del Instituto de Paleontología de la Academia de Ciencias de Rusia, consideró «improbable» el pretendido hallazgo de células vivas de mamut. «La estructura de las células con núcleo se pueden conservar en condiciones especiales en el congelador», dijo Agadzhanyan, el jefe del laboratorio de mamíferos del Instituto. Y añadió que hasta el momento «todos los intentos de extraer completamente el ADN intacto de un mamut han fracasado».
Conspiraciones y Negocios
¿Cómo apareció en escena el intrigante Sr. Woo Suk Hwang? Vasily Vasiliev, vicerrector de la Universidad Federal del Noreste de la república rusa de Sajá (Yakutia), firmó un contrato con él, en tanto representante de la Sooam Biotech Research Foundation.
Mr. Woo convenció a Vasiliev de que su Fundación, orientada a la clonación de mascotas, iba a tratar de insertar el núcleo de una célula de fragmentos de médula ósea de huesos de mamut en el óvulo de una elefanta asiática. Así, con esas muestras, iban a gestar el primer embrión de mamut vivo en miles de años.
¿Cómo logró Woo «enroscar la nutria» a Vasiliev? ¿Acaso no sabía que estaba firmando un acuerdo con un impresentable? Detengámonos un instante detrás de la escena: que la prensa occidental le haya tirado al veterinario coreano toneladas de tierra encima no significa que otros medios, organizaciones y partidos hayan dejado de creer en él. Hasta en las mejores casas preexiste la visión de que los grupos de poder traman grandes contubernios que conspiran contra los «embanderados de la verdad», y a menudo aparecen personas que toman decisiones del lado de quienes consideran mártires atacados por el «sistema» a causa del carácter «revolucionario» de sus descubrimientos.
Hector AritaPor suerte, no todo es conspiranoia. Científicos respetables, como el doctor Héctor T. Arita, biólogo de la Facultad de Ciencias de la UNAM y titular de ecología en la Universidad de Florida, consideran que, si bien el procedimiento es, en teoría, realizable, «existen obstáculos técnicos muy importantes» para que resulte factible la clonación o, mejor dicho, la reconstrucción híbrida de unas especies extintas por clonación o por cruzamiento selectivo de individuos. «Ni siquiera tenemos idea del número de cromosomas que tenían las células de los mamuts. Como ha sugerido Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, con la tecnología existente a lo sumo podríamos aspirar a insertar algunos genes de mamut en células de elefantes modernos y clonar un elefante parecido a un mamut, como largos colmillos, orejas pequeñas y pelambre rojizo», contestó Arita. Ahora bien, una cosa son las posibilidades teóricas, y otra que existan chances de ejecutar alguna de ellas. «Es posible que desarrollemos las tecnologías necesarias para clonar un mamut. Ese nivel de conocimiento, sin embargo, está aún muy lejos en el horizonte. El deseo de ver un mamut haciendo retumbar el piso de la tundra no será para las generaciones presentes sino un sueño», escribe Arita.
A fines de 2005, la Sooam Biotech Research Foundation anunció haber clonado el primer perro, un cachorro de galgo afgano, y el año pasado, haber clonado coyotes. Otras empresas, sumadas al fervor patriótico post ataques terroristas del 11-S, propusieron que Trakr, un pastor alemán que participó en las tareas de rescate, fuese elegido como «el can más digno de ser clonado», en un concurso del laboratorio BioArts International.
Antes que esto, habíamos vuelto a escuchar hablar de Suk Hwang en febrero de 2011, cuando viajó a Trípoli, invitado por Libia para construir un centro de investigaciones. Llegó a firmar un contrato de 133 millones de euros. El proyecto nunca se concretó: fue uno de los 198 surcoreanos evacuados cuando comenzó la revuelta y sólo llegó a cobrar 82.000 euros del asesinado líder libio Muamar el Gadafi (1942-2011). Pero le dio, sobre todo, una refrescada a su alicaída credibilidad: había alguien en el mundo dispuesto a invertir en él.
Mamut lanudoUno de los grandes misterios científicos, el enigma que los paleontólogos sueñan resolver, es la causa de la desaparición de los mamuts, iniciada hace 11 mil años, cuando comenzaron a menguar hasta su total extinción, hace ya 3.600 años. ¿Qué fuerza se los llevó del planeta? ¿Un brusco cambio de las temperaturas? ¿Acaso fue cercado por los cazadores? ¿Los mató una brutal epidemia? Siguen las firmas en Comentarios, toda idea es bienvenida para proponer nuevas líneas de investigación.
Hasta personajes acusados de estafa tienen derecho a insistir. La carrera no hizo más que comenzar.
Escrito por Alejandro Agostinelli
Oo que buen articulo,, me gusto mas la historia del dr woo mas que del tema principal